22 de noviembre de 2024

A 10 años del sabotaje criminal de una meritocracia

Hace 10 años, el 2 de diciembre de 2002, como parte de una serie de maniobras emprendidas por la entonces organización de oposición llamada Coordinadora Democrática, que tenían el propósito de derrocar el gobierno constitucional del presidente Hugo Chávez, convoca a un “paro cívico” el cual devino en un sabotaje a la industria petrolera que a lo largo de 63 días fue enfrentado y derrotado por el pueblo.

Esta acción, estrechamente vinculada e impulsada por los mismos factores que maquinaron los hechos del golpe de Estado del 11 de abril de aquel año, atentó contra la estabilidad del país mediante la estrategia de desabastecer el mercado interno y la exportación de crudo, generar desabastecimiento de los alimentos, crisis hospitalaria, el estallido social y la quiebra del Estado.

El sabotaje petrolero de 2002 y 2003, afectó principalmente al pueblo venezolano, que se vio sometido a un largo período en el que hubo carencia de combustible para el transporte, gas para la cocina, así como la tradicional Navidad en las que se trastrocaron la cotidianidad y alegría de esta época.

En lo económico, según cifras del Banco Central de Venezuela, el resultado fue una contracción de 9,2% del Producto Interno Bruto, la actividad económica cayó en un 27,7%; y los datos de Pdvsa indican pérdidas por $2.598 millardos (crudo no exportado), $267 millardos (ventas internas no realizadas) y $841 millardos (importación de combustible).

Aunque en esta acción confluyeron actores políticos de oposición junto a la cúpula de la iglesia, la empresarial, el sindicalismo tradicional y los medios de comunicación, uno de los factores determinantes fue la participación de la “meritocracia” de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), conformada por la asociación civil “Gente del Petróleo” y una nómina mayor comprometida con intereses transnacionales, que el 11 de abril reveló sus verdaderas intenciones.

El documental Conspiración petrolera, de Carlos Azpúrua, muestra el encuentro realizado por parte de los miembros de la nómina mayor, el 12 de abril de 2002, mientras se instauraba la dictadura de Pedro Carmona, que llevó el nombre Ni una gota más de petróleo para Cuba, para anunciar la derogación del convenio firmado con ese país.

En esta reunión, Edgar Paredes, quien fue uno de los gerentes despedidos de la industria días atrás, afirmó: “Partimos pues, de una lucha, de sacar a cinco ‘ilegítimos’ en una junta directiva y miren a ‘quien’ terminamos sacando…”.

Meses después, el 24 de noviembre de 2002, una semana antes de la convocatoria a paro, Luis Giusti, ex presidente de Pdvsa y asesor en materia de energía del Gobierno estadounidense de George Bush, anunciaba el compromiso del sector petrolero con el sabotaje y afirmó que “si Pdvsa va al paro, el país colapsa en una semana”.

EL PARO

“Este es un paro por el castro-comunismo que se quiere implementar en el país”, afirmó Carlos Fernández, presidente de la Federación de Cámaras de Comercio (Fedecámaras), al momento de convocar al paro del 2 de diciembre, el cuarto en menos de un año, fijado en conjunto con la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV).

Para este llamado a paro no se estableció ningún procedimiento de los que figuraban en la otrora Ley del Trabajo, en lo que se refiere a la activación de la huelga, puesto que no contemplaba reivindicaciones sociales, en consecuencia, fue un cierre patronal.

En esta etapa de conflictividad política, el primer paro por 24 horas fue convocado en protesta por la aprobación de 49 leyes mediante Habilitante en 2001 (10 de diciembre); el segundo fue el 9 de abril de 2002, que derivó en un golpe de Estado, el 11; y el tercero fue el 21 de octubre de 2002.

Este tercer paro fue la preparación al pronunciamiento hecho el día 22 en Altamira, donde militares comprometidos con los hechos de abril se declararon en desobediencia y decretaron “zona liberada” a la plaza Francia hasta que Chávez renunciara. El paro del 2 de diciembre no tendría objetivos distintos.

El miércoles 4, la gerencia mayor de Pdvsa anunció la incorporación de la estatal petrolera al paro convocado por Fedecámaras y la CTV, aunque recientemente, dos meses antes, los trabajadores de la industria firmaron un nuevo contrato colectivo con total satisfacción, lo que mostraba que no era un tema gremial y que todo constituía un plan insurreccional.

La nómina mayor de Pdvsa comprometida con el sabotaje petrolero estuvo conformada por los gerentes Juan Fernández, Rogelio Lozada, Eddie Ramírez, José Rafael Paz, Raúl Alemán, Armando Izquierdo y Edgar Paredes.

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Prófugos en el exilio dorado

El 18 de febrero se dicta la orden de privativa de libertad sobre los promotores del sabotaje, Carlos Ortega y Carlos Fernández, lo que reafirma la autoridad del Estado y da un revés a las acciones desestabilizadoras iniciadas en diciembre. Ambos actualmente están solicitados por la justicia venezolana, junto a Juan Fernández, quien vive un exilio dorado en La Coruña, España.

Luego del paro, la mediana y gran empresa presentó pérdidas, incluyendo los medios de comunicación en su tozudez por derrocar al presidente de la República. La industria petrolera, aunque recuperada, presentaba daños en sus equipos, tuberías, circuitos eléctricos, archivos desaparecidos y sistema informático deficiente.

La recuperación de Pdvsa fue útil para reorientar el papel de la industria desde la concepción de soberanía y manejo del recurso en beneficio del pueblo; se crearon las misiones sociales, entre ellas Robinson I y II; Barrio Adentro y Misión Mercal, para garantizarle al pueblo los derechos fundamentales a la educación, salud y alimentación.

Luego de 10 años, el pueblo no ha vuelto a verse sometido ante los antojos de la oposición, que se ha visto derrotada en varias oportunidades, como el Referendo Revocatorio de 2004, las elecciones presidenciales de 2006 y más recientemente los comicios del 7 de octubre de 2012.

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La resistencia heroica del pueblo se impuso

Desde el lunes 9 de diciembre las colas en las bombas de gasolina se hicieron largas. Los venezolanos pernoctaban en sus vehículos para llenar sus tanques. Otros, hacían colas para esperar los camiones con gas licuado para llenar las bombonas de gas para cocinar.

En algunos hogares se procedió a romper sillas y muebles para obtener leña para cocinarle a los niños y ancianos; en otros sitios no llegó la distribución de alimentos; hubo fallecidos por insuficiencia en el traslado de emergencias por parte de las ambulancias; fue una navidad crítica para los más humildes.

El diputado del Partido Socialista Unido de Venezuela, Germán Ferrer, comenta en un documental realizado por Patria Grande que “el pueblo se las ingenió de una manera muy hábil en el sentido de que sustituyó muchas veces el gas, la bombona de gas que no era posible suminístrasela, por volver a situaciones como las de nuestros ancestros que era la cocina en leña.”

Al respecto, el documental Sabotaje petrolero en Venezuela 2002, de Proyecto Sarao, colgado en la red Youtube, muestra el testimonio del señor Omar Yépez, habitante del sector Los Yabos, en Cabudare, estado Lara, quien relata la situación por la falta de gas para cocinar.

“Conseguimos en ese momento una situación particular, una vecina que no tenía cómo preparar un tetero y tenía que apelar a los montoncitos de leña”, relata.

Para mediados de diciembre de 2002 esta solidaridad se manifestó entre los sectores populares, la Fuerza Armada y los trabajadores petroleros fieles a la industria. Los reportes de Venezolana de Televisión, muestran movilizaciones del pueblo en respaldo al presidente Chávez y en Caracas la actividad comercial empieza a normalizarse.

El lunes 16 de diciembre, el Tribunal Supremo de Justicia, ordenó la reactivación de Pdvsa, mientras, una parte importante de los trabajadores petroleros y gerentes intermedios permanecieron en sus puestos y crearon una sala situacional desde la cual empezaron a retomar el control operacional de Pdvsa. PI

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El metaestado

En la lógica de los gerentes petroleros golpistas, la reforma petrolera impulsada por Chávez y puesta en práctica con la aprobación de la Ley de Orgánica de Hidrocarburos Gaseosos (1999) y la Ley Orgánica de Hidrocarburos (2001), ambas aprobadas mediante Ley Habilitante, revertirían el proceso de apertura emprendido, precisamente, por Luis Giusti, en la década de 1990.

En los dos últimos gobiernos del Pacto de Punto Fijo, se impuso una tendencia en la industria que proviene de los estándares transnacionales, la cual consistió en debilitar la soberanía nacional sobre el crudo, aumentar los volúmenes de producción sobre precios y disminuir el ingreso fiscal petrolero.

Durante la gestión de Giusti en Pdvsa, el petróleo redujo su precio a US$ 6 por barril, la rentabilidad de la empresa se ubicó en 50% y sus costos de producción en 175%, condiciones propicias para promover su gradual privatización. La lógica de la eficiencia de la empresa por encima de la soberanía del Estado creó la cultura de una nómina mayor con poder sobre el Ejecutivo Nacional, es decir, el metaestado.

Desde los días navideños se había logrado la recuperación de la industria petrolera y el despido de un grupo de 90 gerentes. Finalmente fueron despedidos 18 mil trabajadores implicados en el sabotaje de la principal industria del país.

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Fin del paro nunca fue decretado por sus organizadores

La población no fue afectada por la guerra psicológica impuesta por los medios y continuó, progresivamente, la recuperación de Pdvsa, por parte de sus trabajadores, la Fuerza Armada y el pueblo.

Al no cumplirse los pronósticos previstos por la derecha el paro se convierte en un evidente fracaso, sin embargo, su culminación no es anunciada y paulatinamente la actividad comercial se reactiva.

El 2 de febrero se hace la convocatoria a la recolección de firmas para un referéndum consultivo para destituir al Presidente y el 3 se llama a la “flexibilización”, del paro. “El paro no es de la CTV, no de la Coordinadora Democrática, el paro se nos fue de las manos”, fue la expresión de Carlos Ortega ante los medios. PI

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Boicot criminal y llamado a elecciones anticipadas

“Hacemos llamado a todas las organizaciones para que tomen autopistas, calles y avenidas de Caracas y todo el país para garantizar el paro nacional”, convocaba el martes 3 de diciembre, Carlos Ortega.

Los empleados conjurados comienzan el sabotaje de máquinas, computadoras, refinerías y plantas de llenado de combustible. El entonces presidente de Pdvsa, Alí Rodríguez Araque, calificó al paro de sabotaje criminal.

La falta de suministro afectó a las empresas básicas de Guayana y la producción de crudo se reduce en 70%. Es paralizada parcialmente Intesa, empresa que administraba el sistema informático de la industria, tenía 60% de su control en manos de Saic Science Application International Corporation, empresa afiliada al Departamento de Estado de EEUU. Posteriormente, el 22 de diciembre apagarán en su totalidad el sistema informático, reteniendo las claves y dañando los sistemas operativos.

Juan Fernández, representante de Gente del Petróleo, demanda “la renuncia del presidente de la República por ser el principal responsable del clima de violencia y odio que hoy consume a los venezolanos”.

Ante el clima de conflictividad, el 13 de diciembre un portavoz de la Casa Blanca, Aris Fleischer, plantea que el adelanto de las elecciones es “el único camino pacífico y políticamente viable para salir de la crisis”. Charles Shapiro, embajador de EEUU en Venezuela, refrenda esas declaraciones al estar en concordancia con promover un acuerdo “negociado político-electoral”.

A partir de ese momento, la consigna de las piezas de propaganda de la Coordinadora Democrática era “Elecciones ya”. La estrategia de anticipar elecciones para salir de Chávez se hizo patente. PI

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Paralizan los buques para generar desabastecimiento

Para generar desabastecimiento de combustible, los buques de PDV Marina fueron fondeados en la costa, sus capitanes se declaran en desobediencia y violan el convenio de Seguridad de la vida en el mar.

Desde el 4 de diciembre, los voceros del sabotaje y los medios de comunicación utilizan como símbolo del paro al tanquero que lleva el nombre de la exrreina de belleza Pilín León, que permanece fondeado y rodeado por yates de la burguesía, con 44 millones de litros de combustible a bordo, en el Lago de Maracaibo; con este también se paralizan el Susana Duijm (Catia La Mar) y el Yavire (Anzoátegui).

Junto a otras embarcaciones de la flota nacional y extranjera, estos tres buques, sumaron 40 naves al paro. Al respecto, Pilín León expresa ante los medios: “Hay un buque de PDV Marina que lleva mi nombre y es el buque que ha sido insignia en esta lucha”.

Sin embargo, fue con el rescate del Pilín León, el 14 de diciembre, que se realiza la primera acción de quiebre del sabotaje petrolero por parte del Gobierno Nacional. Oficiales de la Fuerza Armada, en compañía de jueces y notarios, recuperan el barco y Carlos López Peña asume la capitanía del buque. El 22 de diciembre comenzó a descargar combustible.